lunes, 15 de noviembre de 2010

A los 16

En ocasiones es fácil actuar sin pensar, hacer lo que los demás nos digan con tal de evitar “la carilla”, y  hasta se suele pensar que el ser valiente es reaccionar  y pelear.
  La valentía que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo”. Miguel de Cervantes. 

Dejemos que la prudencia sea nuestra mejor guía en la toma de decisiones.
Canción: 16 añitos
Canta: Dani Martin


16 añitos fiera, me creía el rey del mundo con mi lema por bandera: “Lo que digan yo no escucho”. No había nadie que pudiera lograr que cambiara un poco el rumbo, con mi idea la primera y que no agobiaran mucho. // Y así fue, me revelé contra todo hasta el sol, viviendo entonces una distorsión,  y me enfadé con el mundo malditos complejos que siempre sacan lo peor.  Pensé: “En la fuerza estará lo mejor", me disfracé de uno que no era yo,  buscando esa firmeza llegué a un lugar negro pensé que eso era el valor. // Y sufrí de tal manera por dejar de ser quien era, por pensar que ser cobarde era ser lo que creyera. Los valientes son los que son de verdad y los fuertes ni sus guerras,  los valientes los que saben llorar con la cara descubierta. //  Y así fue me revelé contra todo hasta el sol viviendo entonces una distorsión, y me enfadé con el mundo malditos complejos que siempre sacan lo peor. Pensé: “En la fuerza estará lo mejor", me disfracé de uno que no era yo buscando esa firmeza llegué a un lugar negro pensé que eso era el valor, el valor es mirarme ahora a la cara y SER QUIEN SOY. // Y así fue me revelé contra todo hasta el sol viviendo entonces una distorsión y me enfadé con el mundo malditos complejos que siempre sacan lo peor. Pensé: “En la fuerza estará lo mejor" me disfracé de uno que no era yo buscando esa firmeza llegué a un lugar negro pensé que eso era el valor…16 añitos fiera

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Adelantarse a las circunstancias, tomar mejores decisiones, conservar la compostura y el trato amable en todo momento, forjan una personalidad decidida, emprendedora y comprensiva.

    Había una vez una tortuga que había perdido la memoria y no se acordaba del camino de regreso a su casa. Estaba perdida en el bosque y lloraba. Lloró tanto que el bosque empezó a llenarse de lágrimas.
    Esto ocasionó problemas a los enanos del bosque, ya que entraba agua (lágrimas) en sus casas.
    Decididos a buscar el origen de tal “inundación”, salieron de sus casas para saber cuál era el problema.
    Pronto encontraron a la tortuga llorando desesperadamente y le preguntaron:
    -Tortuga, ¿por qué lloras tanto?
    -He perdido la memoria y no sé la forma de regresar a casa.
    Los enanos tuvieron una ocurrencia. Le colocaron unas hierbas mágicas dentro del caparazón y le dijeron:
    -Cada vez que quieras saber lo que debes hacer, pon la cabeza dentro del caparazón, hueles las hierbas mágicas y empiezas a pensar. ¡Verás qué bien funciona!
    La tortuga así lo hizo: puso la cabeza dentro del caparazón, olió las hierbas mágicas y pensó: “¿Cuál es la forma de regresar a casa?” A continuación adoptó la postura del pensador y dijo:
    -¡Ah!, ya me acuerdo, he de subir este monte y bajar por la orilla del torrente.
    La tortuga salió del caparazón, dio las gracias a los enanos y se dirigió hacia su casa.
    A partir de aquí, la tortuga siempre supo lo que debía hacer: cuando no se acordaba de algo, ponía la cabeza en el caparazón, pensaba y decidía.
    Fuente: Carreras, Ll. Y otros. Cómo educar en valores. Editorial Narcea.